Esa noche en el local se sintió una atmósfera cálida y festiva.
Bernat i Yuma, con su estilo único, cautivaron al público desde el primer acorde. Sus voces crearon armonías que trajeron recuerdos de una época de oro a los asistentes. La guitarra de Bernat y la percusión de Yuma se fusionaban en una danza rítmica que invitaba a mover los pies.
Los temas variaban desde baladas hasta rumbas animadas. La voz de Bernat y su guitarra alegraron la noche, mientras Yuma marcaba el ritmo con pasión.
El Bar Piscolabis, con sus paredes de ladrillo y mesas de madera desgastada, se transformó en un refugio para los amantes de la música.
Gracias por esta gran experiencia